Wednesday, 18 September 2013

Néstor Kirchner y la anécdota con Eduardo Van der Kooy

En septiembre de 2005, durante la reunión anual de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el entonces Presidente Néstor Kirchner citó a la comitiva en la puerta del hotel donde se alojaban, el Four Seasons. Cuando la mayoría llegó, Kirchner anunció que saldrían a caminar por las calles de la ciudad.

Caminaron dos horas por la quinta avenida y otras zonas de Manhattan, sin detenerse ni una sola vez. El diputado nacional José María Díaz Bancalari casi se descompone. Rafael Bielsa estaba sofocado. Cuando llegaron de vuelta al hotel, la encargada de seguridad designada para la delegación argentina le dijo al canciller:

-Qué raro, no se paró a ver ni una vidriera. Ni un traje. Ni un artículo electrónico. Ni los anuncios de las obras de teatro. Nada. ¿No le gusta nada al Presidente?

La mujer rubia, un tanto excedida de peso y transpirada quería entender por qué. Bielsa también. Se acercó y le comentó:

-Néstor: sos el tipo menos frívolo que conozco.
-Gracias.
-De nada. Pero no es un elogio. Porque, para ser un poco frívolo, también
hay que tener un poco de imaginación. Te tiene que gustar algo: un libro, una
película, una canción...

Quizás hayan sido diálogos como el anterior los que provocaron que, cada
vez que le nombraban a Rafael Bielsa, Kirchner decía:

-¿Y ese quién se cree que es? ¿Se cree que porque anda todo el día con un
libro debajo del brazo, es el hombre más culto del mundo?

En otra oportunidad, Bielsa comprobó que Kirchner utilizaba la información y las debilidades de los demás para colocarse en situación de superioridad con respecto a ellos.

Fue cuando alguien le comentó al mandatario que Eduardo van der Kooy, secretario de redacción de Clarín, tenía una bacteria que le generaba malestar estomacal y le producía una reacción en la cara.


-Cuando me encuentre con él, le voy a decir que lo veo mal -anunció Kirchner.

Bielsa, que lo conoce y le tiene afecto, pidió:

-No vale la pena, Néstor.

-Sí que vale la pena. Una vez que lo agarro en una, no se la voy a dejar pasar.

Rafael Bielsa siempre pensó que Kirchner tenía la patología de un psicópata político: alguien que puede hacer mucho daño. A un adversario o a parte de la sociedad. Sin darse cuenta. O sin importarle. Que para el caso es lo mismo. También piensa que el ex mandatario no era un arrebatado, sino alguien muy frío y calculador a quien solo le interesaban dos cosas: El Dinero y el Poder.

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